Casting para Jacklyn M. Zabini.

Nombre completo del personaje:
Jacklyn Margareth Zabini Parkinson.

¿Por qué quieres éste personaje?
La personalidad de Jacklyn atrapó mi atención apenas leí las características de los personajes. Tiene una forma de ser bastante interesante y que deseo manejar.

¿Lo has sido antes alguna vez?
Nunca he llevado personajes como Jacklyn por lo que sería un reto para mí, poder manejarlo ahora.

Rol de prueba:

Lugar donde ocurren los hechos: Mansión de los Zabini, sala de estar.
Personajes que aparecen: Las hermanas Zabini, hijas de Blaise y Pansy.
Advirtencias: Ninguna.

Una hermosa chica se encuentra en uno de los tantos salones de su casa a las afueras del Londres mágico, observando las -hasta ese entonces- interesantes llamas que produce la chimenea. Su cabeza es un revoltijo de pensamientos narcisistas y cínicos, de ideales firmes y objetivos utópicos. Si algo caracteriza a la mayor de las Zabini es su inquebrantable lealtad a las enseñanzas de su familia, a los prejuicios de la sangre, a la supremacía de su estirpe. Una sangre limpia por donde se les mire. No cometió ningún error en toda su adolescencia, no se mezcló con los que considera -por lejos- inferiores a ella. Fue casi una chica perfecta, una serpiente en su plenitud... una víbora mentirosa y traicionera, prejuiciosa y ególatra. Una Slytherin por donde se le mire.

Sin embargo, hay algo que la aleja de la perfección hecha sangre pura, sus hermanas. Malorie y Shannon no son tal como ella es, al ser unas simples adolescentes aún dudan de muchas cosas, dudas que Jacklyn está dispuesta a disipar con tal de que las otras Zabini actúen al nivel de su condición y de su apellido. Persistente, esa es una de las mayores características de la chica que no llega ni a los veinte años. Su mente trabaja de cierta forma y si las cosas no salen como ella quiere, nada más saldrá bien. ¿Acaso es bueno eso? Por supuesto que no, mucho menos para su amor propio.

Escucha como la puerta del salón donde se encuentra se abre y sus ojos verdes se posan en sus dos hermanas. Jacklyn mueve su cabeza de tal forma que su cabellera oscura se acomoda en su espalda y sólo se limita a apoyarse en el respaldo de su silla. Cruza las piernas, coloca sus brazos al nivel de su pecho y vuelve a observar las tan interesantes llamas que tiene frente a ella. No dirá nada, no hasta que ellas toquen un tema. Tema que será desviado hasta el punto que la joven quiere tocar.

―Aquí estás ―dice Shannon, sentándose en el sofá que se encuentra junto al de su hermana mayor―. Mamá preguntaba por tí.

Jacklyn ni se inmutó. Sabía que su madre la buscaría. Tienen una relación muy unida, podría decirse que casi son como amigas. Tal vez el hecho de que sea la mayor ayude bastante. Pansy Zabini no es tan estricta con ella en comparación con las otras dos.

―¿Qué quería? ―pregunta, posando su mirada en Malorie que se ha colocado frente a ella, tapándole la vista.

―No nos quiso decir ―le responde.

"¡Perfecto!" piensa al saber que ni siquiera tuvo que intentar desviar el tema. Este sólo llegó a ella. Pasa su vista desde una a la otra y sonríe de medio lado, cínicamente, tal como ella normalmente hace.

―Yo sé qué quería ―dice, ganándose la atención de las otras dos―. Es sobre nuestro padre. En el Ministerio es un secreto a voces, todos hablan del Ejército Negro... Blaise quiere encontrarlos.

Sus palabras tuvieron el efecto deseado en sus hermanas. Sorpresa. Sin embargo, rápidamente mutó en otro sentimiento mucho más poderoso en ambas: Incredulidad. A diferencia de Jacklyn, las pequeñas Zabini no se terminan de convencer de la existencia de tal Ejército, como si las simples palabras no fueran suficientes para ellas, para ellas y para nadie, en realidad.

―Eso es imposible ―dice Malorie, haciendo que Jacklyn se crispe de la impotencia―. Son rumores, Jey, simples rumores.

La morocha se levanta de su lugar y camina en dirección contraria a sus hermanas, respira un par de veces, cierra los ojos, se concentra y finalmente se voltea para hablarles con tranquilidad. Su pose segura, como es ella en todo momento. Mantendrá su postura hasta que sus hermanas queden convencidas, persistirá hasta hacerlas entrar en razón... si no dejaría de ser una Zabini, una sangre pura sin igual.

―Cuando los rumores existen es porque una verdad detrás de ellos hay ―responde con un tono suave, con ese que anticipa a la tormenta―. Y este no es la excepción, chicas, entiéndanlo. Si el Ejército negro existe nuestra estirpe queda oficialmente a un nivel superior. Si aquél libro que buscan es real… podríamos demostrar por qué somos mejores, por qué no debemos estar escondidos de los asquerosos muggles. ―Su voz tenía ese tono fanático que aparece cada vez que habla de esos temas, ese tono que pocas veces ha conseguido cosas buenas―. ¿Entienden, no? ¿Comprende lo importante que es para nosotros que se encuentre ese libro? ¿Qué nuestros padres y nosotras mismas, si es necesario, estemos con ellos?

Sus hermanas la miraban, simplemente la miraban. No se movían, no hablaban, casi ni respiraban. La primera en reaccionar fue Malorie que sólo rodó los ojos y habló. No, más bien gritó.

―¡No digas tonterías! Son rumores, Jacklyn, ¡acéptalo! ―Su voz se expandió por el lugar y antes de que Jacklyn reaccionara, Shannon se levantó para mediar en la situación.

―No pienses que con Mal no creemos en nuestra estirpe pero… si no hay pruebas, no… es que…

Sin embargo, su voz se apagó. Los ojos de la mayor de las Zabini se endurecieron, perdiendo todo abismo de humanidad. Su hermana se fijó en aquel detalle y supo que había reaccionado demasiado tarde. La ira de Jacklyn caería sobre ellas.

―Tu no me hables ―le manda y la otra obedece para evitar más conflictos. La morocha mira a Malorie y le dice en un bajo y firme susurro, como si estuviera emulando el sonido de una serpiente―. Y tu… no me vuelvas a gritar en tu vida, que muy hermana mía serás pero no tendré problemas en sacarte de mi camino si empiezas a molestarme, traidora.

Se acerca a la puerta y las mira con el pomo en la mano. No puede seguir ahí, terminará hechizándolas y no quiere meterse en problemas con sus padres. No ahora que tendrá que convivir con ellos la mayor parte del año. Aunque la idea de un Cruciatus se hace cada vez más tentadora.

―Ustedes dos se arrepentirán de no creer. ―Las observa con atención y piensa que ellas ya no tienen remedio, aunque una parte de sí misma espera estar equivocada―. Ustedes caerán con los asquerosos sangre sucia que poblan Hogwarts. Espero que eso no ocurra, serán una vergüenza para la familia y para la nobleza de su sangre.

Abre la puerta y sale echa una furia del salón, dejando a sus dos hermanas dentro. De camino a su habitación se encuentra con su madre y esta, al ver la actitud de la mayor de sus hijas, pregunta:

―¿Qué pasó ahora, Jacklyn? ―Su voz sonó monótona, que últimamente las discusiones de su descendencia se estaban incrementando y eso ya la aburría.

―Tus hijas… eso es lo que pasa ―exclama, levantando los brazos y entrando a su habitación, dando por terminada todo tipo de conversación.

Ya en su interior cierra los ojos con fuerza y se tranquiliza. Si no puede convencer a sus hermanas, se unirá ella sola. Está decidido y no cambiará de parecer. La persona más importante para Jacklyn es ella mismas y sólo ella… y si los demás no quieren seguirla, que no lo hagan; será aquella joven de verde mirada la que terminará ganando. Porque siempre ganará; no conoce de lealtades y la traición y la mentira son sus mejores aliadas. Si llegado un momento necesitara salvarse, no le importará vender hasta a su propia familia con tal de lograrlo.