Rose Weasley

Nuestra historia empieza hace 17 largos años, en Londrés, Inglaterra, un seis de junio lluvioso y ventoso. Lejos de las miradas curiosas de los muggles, una mujer bruja llamada Hermione Granger de Weasley, estaba dando a luz en San Mungo a su hija mayor, una bebé pelirroja nombrada Rose Weasley, de ojos claros y curiosos y de una risa cristalina y cantarina que hacía que te enamorases de ella al instante en el cual la veías. Hermione abrazó contra su pecho a su hija, exausta tras su primer parto que había vivido. Su padre entró en la habitación en ese instante, como un torbellino, seguido de su tío Harry y su tía Ginny, dos personas que entraron tranquilamente y como personas normales a la estancia. Ron miró a su hija a los ojos y murmuró "Se nota que es una Weasley". Luego de un día de estar en el hospital por si las dudas, ambas, madre e hija, se fueron a su casa, donde le habían preparado a Rose un cuarto para su llegada. Allí las esperaban todos sus familiares, incluidos sus abuelos muggles y sus tíos por parte paterna, junto con algunos de sus primos que como ella ya habían nacido. Rose no recuerda nada de esto, puesto que era muy chica cuando esta pequeña fiesta de bienvenida se celebró ¿Acaso tú recuerdas lo que pasó el segundo día que viniste al mundo? ¿No, verdad? Pues Rose tampoco lo recuerda.

El primer año de su infancia fue feliz y tranquilo. Rose nunca fue una bebé gritona y chillona, que necesita que estén con ella a todas horas, pero su padre y su madre pasaban gran parte de su tiempo jugando con ella, haciéndola reir cada dos minutos. Pero poco después de cumplir un año, otro integrante se sumó a la familia: Hugo Weasley, el menor y último hijo del matrimonio Weasley-Granger. Casi toda la atención de Hermione se desvió a Hugo, dejándo a Rose un tanto sola después de haber recibido durante tanto tiempo tantas atenciones, una después de la otra sin pausa o descanso. Ron, que se dio cuenta de lo que pasaba (Cosa maravillosa, puesto que casi nunca lo hacía), se dedicó a jugar con su hija mayor tanto o algo parecido como antes, para evitar que se sintiera sola. De todas maneras, Rose nunca se quejó, porque sabía que Hugo también necesitaba a su madre. Rose empezó a ir a colegios muggle a los tres años, puesto que su madre no quería que despreciara a los muggles y nacido de muggle y se aseguró que así fuera. Nunca tuvo problemas en lo que respecta a la magia con los muggles, porque aprendió que si se sentía furiosa, la mejor idea era ir y encerrarse en el baño para evitar problemas. Su primera muestra de magia ocurrió cuando tenía un año y medio, cuando su oso de peluche se cayó de la cuna. Rose se había parado, con el ceño fruncido e hizo que este volara a sus manitas. Luego se había largado a reir, feliz.

A los once años Rose recibió su carta de Hogwarts, y nada de nada la pudo haber hecho más feliz. Empezó el colegio y fue seleccionada para Ravenclaw luego de unos treinta segundos en los cuales el sombrero se debatió entre Gryffindor o Ravenclaw, pero finalmente ganó la casa de los cuervos. Pronto Rose demostró que el sombrero había hecho bien en mandarla a esa casa, puesto que fue la más inteligente de todo su curso, respondía todas las preguntas y terminó su primer año con excelentes notas. Hermione junior, ¿recuerdan? No mentía cuando les dije eso. Así han ido pasando los años, Rose se hizo la mejor amiga de Lysander Scamander, hijo de Luna Lovegood, una antigua amiga de sus padres y Hepzibah Wood, una Hufflpuff que le cayó bien desde el momento que la vio. Ahora está cursando el sépitmo curso, y está decidida a acabar con buenas notas.